Historia de la Orden

  • Los orígenes de la Orden

José de Calasanz (1557-1648), nace en Peralta de la Sal, una pequeña ciudad aragonesa cerca de Cataluña. Durante diez años estudio en la Universidad: filosofía, derecho y teología, ocho de los cuales los transcurrió en Lérida. Decide, en 1592, luego de un profundo discernimiento interior, viajar a Roma.
La miseria moral y material en la que se encontraba la infancia de los barrios de Roma lo impresionó inmediatamente. Esta situación lo llevo a tomar una nueva decisión: dedicarse completamente a la educación de los niños, especialmente de los más pobres. En 1597, en la iglesia de Santa Dorotea del barrio Trastevere, abrió la primera escuela popular gratuita de Europa. En 1602, con la aprobación oral de Clemente VIII, Calasanz instituyó una Congregación de fieles comprometidos con la enseñanza.
Los comienzos de la Obra de Calasanz no fueron fáciles: entre el 1604 y el 1612 (año en el cual la escuela fue trasladada a la iglesia de San Pantaleo, actual sede de la curia general de la Orden) más de ochenta maestros pasaron por la escuela, pero solo cuatro o cinco se unieron por largo tiempo y verdaderamente a Calasanz. Para asegurar la permanencia de la congregación, el fundador decide confiar su obra educativa a la congregación de la Virgen María de Lucca, que estaba presente y trabajando en la iglesia romana de Santa María in Pórtico. Así fue que el Papa Paolo V puso su sello a esta unión el 13 de junio de 1614 y la llamó, a pedido de Calasanz, Congregación de la Madre de Dios.
Esta unión no se rebeló proficua para ninguna de las dos partes, sobretodo porque la enseñanza no estaba entre las principales finalidades de los leonardinos. Fue así que Calasanza fundó en 1616 una nueva escuela, en Frascati, pidiendo a vez al Pontífice que disolviera la unión precedente con la Congregación de la Virgen María de Lucca que efectivamente llevó a cabo el 6 de marzo de 1617.

  • El Nacimiento de la Orden

La sociedad de Calasanz nació como Congregación paulina de los pobres de la Madre de Dios de las Escuelas Pías. El 25 de marzo de 1617, el Fundador, junto a sus 14 primeros compañeros, vistió el hábito religioso en la capilla del Palacio Justiniani. El 18 de noviembre de 1621 Papa Gregorio XV elevó la Congregación a Orden regular y el 31 de enero de 1622 fueron aprobadas las constituciones. En aquellos años, la Orden, tuvo una rapidísima difusión. Luego de Roma y Frascati, fueron fundadas numerosas escuelas en el centro de Italia, en Génova y Savona, después se prosiguió con Nápoles (1626) y Florencia (1630). En 1631 fue inaugurada la primera escuela Pía fuera de Italia, en la ciudad de Nikolsbur – actualmente Mikulov de la República Checa. En 1642 se fundaron dos comunidades en Polonia.

Mientras que el prestigio de la Orden crecía en esos años, el del ya anciano Calasanz, en cambio, era puesto en discusión. Desconfiaban de él por su cercanía con Tommaso Campanella y con Galileo Galilei, y lo acusan de rebelión los religiosos Mario Sozzi y Stefano Cherubini. El Santo Oficio lo convoca. Es inmediatamente suspendido del cargo de General de la Orden, y es nombrado visitador el jesuita Silvestro Pietrasanta. Corria el año 1646, y el 16 de marzo el Papa Inocencio X redujo la Orden de los escolapios a Congregación secular, bajo la jurisdicción de los obispos locales.

  • Un nuevo “apogeo” de la Orden

El Papa Alejandro VII volvió a constituir los clérigos de las escuelas pías en Congregación de votos simples, con el breve Dudum el 14 de enero de 1656 y Papa Clemente IX, con el Iniucti nobis restauró integralmente la Orden el 23 de octubre de 1669.
Los decenios centrales del siglo XVIII representó el periodo de mayor auge de la Orden, las Bulas papales de 1731 y de 1733 favorecieron este desarrollo. Con estas Bulas el Papa Clemente XII reconocía a los Padres Escolapios la facultad de enseñar las ciencias mayores en cualquier sitio. Fue así que hacia finales de siglo, los escolapios tenían a su cargo más de 170 escuelas en Italia, en algunos países de Europa central y comenzaba la gran expansión en España.

  • Decadencia y Resurgimiento

Pero al mismo tiempo que el siglo XVIII representó el auge fue también testigo del comienzo de una fase crítica para la Orden con la decisión del Emperador José II en 1783 de separar de la Orden las tres provincias escolapias de Austria, Hungría y Bohemia. El mismo destino corrieron las provincias de Nápoles y Puglia en 1788.
En 1804, en España, Carlos IV obtiene del Papa Pio VII la Bula Inter graviores que establece que todas las provincias de las órdenes religiosas sean gobernadas por Vicarios Generales.
Los numerosos conflictos bélicos y las revoluciones políticas de esos años provocaron la clausura de muchas escuelas y la dispersión de muchas comunidades.
Lentamente comienza la “recuperación” bajo el pontificado del Papa Pio IX que había sido alumno de los escolapios en Volterra. Los verdaderos artífices del renacimiento de la Orden fueron los padres generales Mauro Ricci y Alfonso María Mistrangelo, que promovieron la reunificación de todas las provincias separadas.

  • Llegando a nuestros días…

En la segunda mitad del siglo XIX, la Orden comenzó su presencia en América Latina (Cuba, Chile, Argentina) que intensifica cien años más tarde en 1949 con el desembarco en los Estados Unidos, Colombia y Nicaragua. En 1950 es la hora del Brasil, continuando con Santo Domingo en 1951 y Venezuela (1952). Puerto Rico en 1960 y un año después en Costa Rica. En 1957 es el año de llegada en Francia. A partir de 1952 la Orden se establece en Asia.: Japón, Filipinas, India. Africa abre sus puertas a los escolapios 1953, hasta hoy presentes en Senegal, Camerún, Guinea, Costa de Marfil, Gabón.

La Orden cuenta hoy con 222 casas y 1300 religiosos que, peregrinos en cuatro continentes, son testigos de la historia, la espiritualidad y la acción educativa de San José de Calasanz.

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